Ernestina Gaitán Cruz
*El culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte. Ambas son inseparables. Una civilización que niega a la muerte acaba por negar a la vida. Octavio Paz, “Todos Santos Día de Muertos”, El laberinto de la soledad, 1950.
Oaxaca de Juárez, Oaxaca. – José Luis Pérez Cruz es periodista cultural de esta ciudad. Desde niño, de la mano de su madre, comenzó a valorar la cultura ancestral y también la cultura viva, la que se ve todos los días.
Entre las tradiciones que conserva como su patrimonio familiar es el Día de Muertos que aprendió a honrar por su madre, su abuela y sus tías abuelas, a quienes ayudó y acompañó desde la selección de los elementos, la preparación de alimentos y la elaboración de los altares.
Ahora ellas ya no están en presencia física, sin embargo, sabe que sus almas vendrán a su casa y por ello casi con una semana de anticipación, prepara todo para recibirlas a ellas y a otros seres queridos que ya no están en esta tierra. Son sus visitas personales y como tales, las atiende.
¿Crees que vendrán?
¡Claro! Porque ellas creían en ello y yo también, por eso sé que aquí estarán.
¿Has sentido su presencia? ¿Te da miedo?
Son los días en que me siento más acompañado. Y en esos días han pasado cosas como que un cuadro de una virgen haya sido movido por el viento y haya llegado al altar, o que el arco de flores de cempasúchil se haya inclinado hacia el altar. Pero no tengo miedo.
Este primero y dos de noviembre de 2020, como desde hace tres décadas, cuando acompañaba a su mamá, elabora el arco de carrizo al que ata las flores de cempasúchil, para que las almas pasen a este mundo terrenal. Coloca las velas y veladoras para alumbrarles el camino.
Y también coloca el vaso con agua para saciar la sed ya que recorren un largo camino para venir. No falta la bebida caliente, el chocolate. Estos dos elementos deben cambiarse en la mañana y en la noche porque a una visita la debes tratar bien y no le vas a dar alimentos fríos, dice.
También acude al mercado por la fruta, los panes, los dulces de calabaza y tejocote, el mole, algún guiso especial que les gustaba a sus ancestros, las bebidas espirituosas y los cigarros, para colocarlos en el altar junto con las calaveritas de azúcar, el papel picado y sobre todo las fotografías de los familiares que ya partieron de este mundo.
Así todo queda listo el 31 de octubre ya que las almas de sus seres queridos vendrán el 1 y 2 de noviembre, días en que también recibe a sus amistades con una rica comida elaborada con mole. Los que llegan en la tarde, seguro comen porque ya es costumbre ir a acompañar, admirar el altar y disfrutar la generosidad de José Luis Pérez Cruz.
Su fama se ha acrecentado en la ciudad de Oaxaca, ya que ha ganado tres concursos de altares. Y se rumora que es el mejor Altar de Muertos de la Ciudad, así dicen sus amistades. Así que, si andas en esta bella ciudad por estos días, quizá tengas la suerte de poder conocer un tradicional Altar del Día de muertos, elaborado con mucho amor.