La muestra ‘In octacatl, in machiyōtl: dechados de virtudes y entereza’ reúne “dechados” mexicanos, en los que en el tejido y en el bordado, los diseños se construyen a partir de cuentas de hilos
Oaxaca.- El Museo Textil de Oaxaca alberga la muestra In octacatl, in machiyōtl: dechados de virtudes y entereza, en la que se muestran dechados mexicanos.
Un dechado, como cuenta su curador Alejandro de Ávila, “es un muestrario donde tú tienes memoria de diseño, no solamente tienes la posibilidad de recrearlo sino que lo tienes en un formato, donde se te facilita contar, porque tanto en el tejido como en el bordado los diseños se construyen a partir de cuentas de hilos”.
Etimológicamente la palabra ‘dechacho’ en latín tiene la misma raíz que ‘dictar’. Pero en las lenguas mesoamericanas, dechado tiene su propia forma de designarse.
Andrés Olmos, uno de los primeros evangelizadores en México, escribió en 1547 el primer libro para aprender la lengua más importante de Mesoamérica en términos políticos y económicos: el náhuatl. En este texto —Arte de la lengua mexicana— su autor escribe, con el fin de que los religiosos aprendieran rápidamente esta lengua, un capítulo con metáforas con ejemplos de cómo hablar bien y cómo hacer que la “ideología cristiana pudiera ser fácilmente entendida por la gente indígena”.
Como sigue narrando De Ávila, “se pone a recopilar ejemplos de buen lenguaje y en uno de ellos es muy hermoso constatar que la gente del centro de México usaba el telar y el arte textil para representar la convivencia en una sociedad y encontramos coplas que tienen que ver con el tejido y una de ellas es la que usé para el título de esta exposición. La copla es In octacatl, in machiyōtl”.
“Octacatl, es el temblero, el carrizo, una vara hueca, que se prende en el lienzo que va a avanzando, con espinas de maguey o algún otro elemento agudo, que permite ensartarlo y mantiene constante el ancho de tu tejido encoja, o que no se ensanche. La segunda parte de la copla, se refiere precisamente al dechado. Y todo el ejemplo, porque es más extenso, habla de el telar en términos de figurar la manera de ordenada, propia, de convivir”, sigue explicando.
Así, en esta exposición, encontramos un “un abanico muy amplio de dechados”, que ha logrado reunir “varias colecciones donde personas tuvieron la sensibilidad desde los años treinta, cuarenta y cincuenta de buscar estas piezas en los mercados y de las tiendas de antigüedades”.
In octacatl, in machiyōtl: dechados de virtudes y entereza es un vínculo que une varias intuiciones de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO) —El MTO, la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova y el Centro Cultural San Pablo—, donde “por medio de la literatura que comienza a registrarse en formato alfabético en el siglo XVI, tenemos el ejemplo de Olmos y tenemos en esta sala un dechado que tiene una inscripción en náhuatl, donde puedes pensar que la persona que bordó estos diseños y que firmó este dechado tenía familiaridad con una tradición literaria que arranca desde ese primer contacto del mundo europeo con el mundo mesoamericano, que se ve encarnado en una forma tan hermosa en los ejemplos de Olmos”.
Este dechado del que nos habla Alejandro de Ávila está hecho en lino importado, bordado en seda, también parte de la tradición que llega a México desde el sur de España, no como una tradición europea, sino del mundo islámico. En este textil se “conjuntan diseños europeos y también tradiciones islámicas en los bordados de este dechado y la persona lo firma: “María Soledad noma”, noma quiere decir ‘mi mano’. Nos está diciendo, este dechado lo hice yo, María Soledad”.
Textiles como memoria
Como explica el curador, “arte de la motivación para seleccionar exclusivamente dechados y a lo que dan pie los dechados, porque eso es también parte de lo que reflejamos en esta exposición, quisimos vincular el hecho de que los textiles son memoria muy específica. Queremos mostrar que en los dechados tenemos escritura, tenemos no nada más las firmas, y no todos los dechados están firmados, algunos de ellos no. Pero varios de ellos, aunque no tengan firma, tienen alfabetos y números, están mostrando que la persona que lo hizo quería dejar constancia que sabía escribir y que sabía sumar y multiplicar”.
Según cuenta, “esa persona nos deja constancia de que no solamente sabe escribir sino que tiene interés y tiene gusto por la poesía. Hay un dechado muy hermoso donde la bordadora deja memoria de una serie de versos donde nos hace pensar, es un reto, adivinanzas. Parte de los versos están escritos en punto de cruz, pero incorpora a los versos diseños, donde es el reto a quien los lee el descifrar a qué se refiere. Son versos sumamente emotivos, que hablan del amor, pero también del desprendimiento, de no darle valor a los objetos, de no valorar más el mundo material que el mundo espiritual”.
Nexos de exposiciones
Alejando de Ávila nos ilustra la exposición, hablando también de otra muestra también recién inaugurada en el MTO, El delirio del color: Oaxaca en los años 1960, de cómo aparentemente estas no tienen nada que ver. Sin embargo, con su explicación nos queda muy claro algo: “Las artistas textiles en México y también de Guatemala, estamos hablando de la zona mesoamericana, no están en un mundo estático sino que están abiertas a lo que viene de afuera, toman, recrean y muestran su gusto y muestran su inteligencia en capacidad de diseñar, de recrear y de innovar.
Cuando cotejas In octacatl, in machiyōtl: dechados de virtudes y entereza con El delirio del color: Oaxaca en los años 1960, parecieran totalmente disímiles, donde los colores son radicalmente distintos, donde los formatos son totalmente contrastantes con esta exposición. Sin embargo, puedes hacer la siguiente reflexión: aunque sean momentos totalmente distintos, los dos te hablan de esa capacidad de apertura, de no encapsularte, sino de ser permeables, en términos culturales y de elaborar tradiciones nuevas a partir de lo que compartes con el resto del mundo. Lo vemos en el caso de los dechados, lo vemos en el caso de los huipiles bordados con hilos psicodélicos”.
Punto de Asís: un viaje desde el Mediterráneo
En In octacatl, in machiyōtl: dechados de virtudes y entereza hay tres textiles que, a pesar de tener un origen totalmente distinto, sí tienen algo en común. Tal y como nos explica quien también es director del Jardín Etnobotánico de Oaxaca, “En estas tres piezas, una del norte de África y las otras dos mexicanas, estamos viendo convenciones de diseño y estamos viendo paralelos de técnica. Lo que estamos viendo en los tres ejemplos es punto de Asís, que tiene una larga historia”.
“Surge desde el periodo medieval en Italia y durante el Renacimiento, siglos XV y XVI, hay un florecimiento de este estilo con diseños complejos, que reflejan el Manierismo: el utilizar la imaginería fantástica, por ejemplo, los unicornios, por ejemplo, las quimeras. Estos animales fantásticos, que pueden tener alas de águila, garras de tigre, y fauces de leopardo, y que son fruto de la imaginación. Y hay una serie de rasgos, tanto técnicos como de diseño que hacen muy fácilmente reconocible a este estilo. El bordado no es la figura, es en el fondo. En la figura misma lo que ves es la tela de fondo, que se delinea generalmente en azul o negro, y el fondo va de manera uniforme, generalmente rojo o azul”.
“Esto llega a México como parte del bagaje cultural de la gente que viene de España, y no solamente españoles, también gente de ascendencia islámica y judía. Y precisamente el ejemplo marroquí viene de una ciudad de la costa del Atlántico, Azemur, donde llegan refugiados de España, que son expulsados por los reyes Católicos, a fines del siglo XV, y ellos traen esta tradición. Los textiles de Azemur son distintos del resto de Marruecos por esa influencia que llega de España y que está reflejando una tradición compartida en el Mediterráneo.
También conocemos ejemplos griegos. Eso llega a México, pero no lo conocíamos, no lo teníamos visualizado, no habíamos visto ejemplos de ello y cuando encontré una pieza de este estilo en el acervo de arte indígena fue cuando me cayó el veinte de que también teníamos ejemplos, menos evidentes, pero que también aquí en el museo y solicitamos una pieza [al Museo Franz Mayer] donde esto es especialmente evidente. Es un dechado donde tienes un diseño de unicornios y está bordado el fondo y el diseño en sí te muestra la tela blanca delineada”.