Movilizaciones de “normalistas” es por disputa de millones de pesos y poder sindical y político

*El Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) ha demostrado que junto con la SEP, cumplieron todas las demandas de las Escuelas normales y de sus estudiantes. No hay pendientes educativos.

Redacción

OAXACA. Las violentas protestas de sedicentes “estudiantes normalistas” en Oaxaca, tienen su explicación en la lucha por el dinero y el poder sindical en la Sección 22 de la CNTE, en el jaloneo por los espacios políticos en Morena y sus partidos satélites, así como el interés por incidir en las elecciones de este año para presidentes municipales y diputados, pero sobre todo, en la elección para gobernador en 2022.

El Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) ha demostrado que junto con la SEP, cumplieron todas las demandas de las Escuelas normales y de sus estudiantes. No hay pendientes educativos.

¿Y entonces? Ahí está la mano del senador morenista Salomón Jara y su organización Frente Unido de Comunidades Oaxaqueñas (FUCO), regenteada por el presidente municipal de San Blas Atempa, Antonino “Nino” Morales Toledo, señalado de vínculos con huachicoleros y la delincuencia organizada del Istmo de Tehuantepec.

El 26 de septiembre de 2020, medios de comunicación en Oaxaca difundieron una foto donde está Wilbert Santiago Valdivieso, secretario de Prensa y Propaganda de la Sección 22, con integrantes del FUCO de “Nino” Morales y Salomón Jara. Y es precisamente Wilbert Santiago el instrumento para movilizar a los “normalistas” oaxaqueños.

También es Wilbert Santiago el ariete de algunos grupos sindicales que quieren la dirigencia de la Sección 22 de la CNTE. Con Wilbert operan grupos magisteriales encabezados por exdirigentes, como Praxis, de Luis Fernando Canseco Girón; Chispa Clasista, de Ezequiel Rosales; Erangelio Mendoza, jefe de Supervisores; y la radical Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), de Rogelio Vargas Garfias. A la alianza de estos grupos la conocen como “La Mini Amplia”.

A ellos se suman actores políticos como Flavio Sosa, destacado integrante de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que cobrara fama en el 2006, cuando un conflicto magisterial provocó muertes, heridos, daños y destrucción en el tejido social y la economía del estado.

Son los viejos dirigentes con las viejas prácticas de agitación política que, como mencionó un columnista oaxaqueño, “en su nostalgia del 2006 , buscan con desesperación que la policía los ‘reprima’ para justificar su plan de agitación y violencia sin sentido; quieren heridos y, en su locura, hasta buscan algún muerto, no importa si en la refriega lo matan ellos mismos”.

Estos grupos obsoletos se enfrentan desde hace cuatro años, sin éxito, con quienes ahora encabezan la CNTE en Oaxaca, marcada por un relevo generacional que le permitió a la Sección 22 obtener para su gremio en las reuniones con el presidente Andrés Manuel López Obrador, lo que no habían logrado en décadas. Ahí están Eloy López Hernández, secretario General; Genaro Martínez Morales, secretario de Organización y José Carlos López Alonso, secretario de Finanzas.

Queda claro que la “Mini Amplia” quiere provocar un incendio social en su intención de quedarse con la CNTE oaxaqueña. Y de paso llenar con millones de pesos de dinero de los contribuyentes a las mal llamadas “organizaciones sociales” parasitarias que manejan.

Por eso los “normalistas” vandalizaron oficinas públicas, robaron mobiliario y equipo, quemaron los expedientes de trámites de los mismos maestros de la CNTE, golpearon a periodistas locales, se atrevieron a robarse mil 400 cheques de la nómina de los maestros y mantienen un bloqueo en el aeropuerto local. Buscan la “represión”.

Sin justificación, sin argumentos, sin motivos para sus violentas protestas y movilizaciones, los “normalistas” y sus titiriteros se han ganado el repudio social y de la mayoría de los maestros.

Deben entender que no habrá otro 2006, ni muertos como en Nochixtlán; deben de entender que su lucha no tiene espacio y sólo es un recuerdo nostálgico de abusos y maletas llenas de dinero para su beneficio personal.

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