Una muestra de la colección del Museo de los Pintores Oaxaqueños (MUPO) y piezas de artistas emergentes que consolidan a Oaxaca como un estado a la vanguardia en propuestas y técnicas gráficas y plásticas en el país, son expuestas en la Casa de la Cultura de Puebla.
Muy a propósito de la histórica batalla del cinco de mayo, en esta fecha fue abierta la exposición “Tránsito: migraciones artísticas. Una mirada a la gráfica en Oaxaca”, en un esfuerzo de la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca que está atrayendo al público poblano.
Se trata de una muestra de la fuerza expresiva que tiene la producción pictográfica en Oaxaca, donde se incluyen a exponentes emblemáticos de la plástica y la gráfica que desde su presentación cautivó al público de ese hermano estado.
A la inauguración acudió el titular de la SECULTA, Alonso Aguilar Orihuela, quien destacó las distintas propuestas que se presentaron y ofreció una amplia explicación a los asistentes de las técnicas, contenidos y formatos empleados en los trabajos de los artistas que participaron.
El texto de sala titulado “migraciones artísticas o en el ombligo de la creación” se cita una referencia del filósofo alemán Friedrich Nietzche: “Esto no es Suiza, no es Recoaro, sino algo completamente distinto; en todo caso algo mucho más meridional. Tendría que ir a las altiplanicies mejicanas, cerca del Océano Pacífico, para hallar algo semejante, por ejemplo, Huajaca…”.
Oaxaca nació en el centro de la x, quinto punto cardinal donde se anudan el Pacífico con el Atlántico. En el ombligo de la x se cruzan, no verticalmente, el Norte con el Sur; un paso por tierra, mar y aire que la naturaleza conoce. Esas tierras cruzaron hace más de diez mil años los primeros agricultores, científicos, artistas de quienes dejaron en las cuevas de Guilá Naquitz los primeros registros de lo que hoy conocemos como maíz, refiere el escrito.
Las manos mixtecas y zapotecas acarician el agua y la tierra para dar vida, con un soplo de color, a las ofrendas para los rituales a la Santa Madre Tierra, al Santo Padre Sol, los tránsitos al inframundo.
Huaves, chontales, chatinos, mazatecos, triquis y seguimos contando los muchos pueblos que viajan entre las montañas, los valles y las costas de Oaxaca sembrando colores y cultivando músicas. Oaxaca, lugar donde se llega a nacer, a crecer, a caminar, a crear, a creer, a soñar; pero también a luchar y a morir.
Paisajes del pueblo que se recrean en la vista, y en la memoria. Los paisajes naturales laten en la ensoñación del creador. Paisajes humanos, naturalezas de color, sueños de la tierra que transitan los recuerdos. Rodolfo Morales y sus mujeres-nube, Rodolfo Nieto y su zoología onírica; Rufino Tamayo y la experiencia de su memoria, de sus caminos, de sus desvelos.
Paisajes humanos que en el horizonte descubre versos texturizados. Una generación de cazadores de llanuras que salen a la vida armados de pinceles y gurbias. Abelardo López danzando con árboles del Valle, Eddie Martínez y las hijas de sus noches; Juan Alcázar limpiando sus restos; Alejandro Santiago, el serrano pisando el camino del tiempo.
En Oaxaca los sueños se esconden del insomnio, huyen de la vigilia, se escapan de las miradas. En Oaxaca el negro tiene luz y el blanco tiene todos los colores del Universo; la muerte es un motivo de alegría y la vida un motivo para soñar. En Oaxaca se dialoga con la muerte y se experimenta con su vuelo. En Oaxaca, Jesús Urbieta y Emiliano López se esconden de la cordura.
“La poesía constituye a la vez al soñador y a su mundo”, dice Gastón Bachelard. Los sueños e insomnios de Beatriz Rivas, Óscar de las Flores, Spencer Farías, Uriel Marín, David Ramírez, Alan Altamirano, Baltazar Castellano, Alfredo Farfán, Gerardo Martínez, Plinio Villagrán construyen sus mundos con el mismo material de sus sueños. Artistas emergentes que han encontrado en Oaxaca un lugar donde crear, recrear y seguir explorando las dimensiones de la gráfica que potencializan la tradición de color y textura de quienes los antecedieron.