Ernestina Gaitán Cruz
Oaxaca.- Para el Maestro en Ciencias Alberto Sánchez López, en todo niño existe la posibilidad de ser un científico. Sólo hay que dejarlo desarrollar su interés natural por el ambiente que lo rodea, incluso que se distraiga por la mosca que pasa y no callar sus preguntas, porque éstas mueven el conocimiento.
El director del Consejo de Ciencia y Tecnología de Oaxaca explica que el proceso es un juego muy divertido, porque es un ejercicio de la mente. “Un científico entrena sus neuronas, sus cien mil millones; desarrolla pensamiento porque antes ha leído libros, hace conjeturas y cuando ya no le cabe una teoría más, tiene la necesidad de crear otra para dar explicación a las demás preguntas que se sigue haciendo”.
De esta manera, cuando el niño deje fluir su interés natural, cuando aplique su capacidad de observar, de preguntar, de detenerse para reflexionar, entonces llegará su transformación y podrá encontrar una manera inicial de hacer ciencia.
“Una manzana la ves y para conocerla debes acercarte, olerla, sentir su peso y comerla, destruirla, y en ese momento la estás conociendo y dices, hay una relación entre lo externo y lo interno, entre el fenómeno y la esencia”.
Sin embargo cuando los niños acceden a la educación formal, algo ocurre y empiezan a tener miedo al aprendizaje científico, dice.
“A nuestros niños los llenamos de temores. Los maestros en lugar de decirles que las ciencias son bonitas, les dicen que son ciencias duras y nadie quiere lo duro, pero que tal si les decimos que las ciencias están maduras y se entiende que es algo dulce, sabroso, apetecible”.
“Que tal si llega un maestro y les dice, las matemáticas, las ciencias son difíciles. Ni yo lo sé, cuantimas ustedes… Los estamos bloqueando, y ¿qué se hace de un conjunto de niños que quieren hacer preguntas y el maestro de manera estúpida le dice cállate o le repite lo que él leyó en un libro sin haberlo digerido?, el niño se va a vomitar”, afirma.
Así también, agregó, el padre y la madre de familia perjudica a sus hijos cuando le entrega una tablet, por ejemplo. El niño deja de conectar su cerebro con sus dedos -cuando menos antes contaban- y ya no hacen abstracción, no hacen deducción, tampoco tienen el hábito de la lectura, de la experimentación y la consecuente mentalidad científica que te dice lo tienes que demostrar.
Y sin embargo se debe destacar que en ese proceso científico que el niño puede desarrollar, se llegan a pensamientos tan tremendos. No pienso porque existo, no, independientemente de que pienso, existo. ¿A poco existe una piedra?, existe porque la ves, su peso, volumen y por ejemplo las partículas, ¡claro que existen! y ese es el trabajo de los físicos con todos sus instrumentos. Por eso cuando alguien vio la transmisión de la voz en el espacio, no a gritos, sino por otros medios, vio que no era un brujo, comentó.
Y sin embargo a pesar de que ni en las escuelas ni los padres y madres alientan el conocimiento científico, el también autor de “Oaxaca tierra de maguey y mezcal” (2006), señala que Oaxaca es un semillero de científicos y matemáticos, quizá porque se desarrollan en un ambiente biodiverso y privilegiado.
Para el ingeniero industrial por el Instituto Tecnológico de Oaxaca del que también es investigador, además de la biodiversidad única que existe en Oaxaca, también favorece al futuro científico, la cantidad de lenguas, de razas, culturas, colores y sabores… “Mientras muchos ven al indígena como un problema, su existencia es una oportunidad tremenda, imaginemos nadamas cómo se desarrollaron todas estas lenguas”.
Por ello, de los mejores científicos que tenemos en Oaxaca, agrega, hay que decir que se hicieron con limitaciones muy grandes, crecieron en crisoles de verdadera penuria y problemas porque no había espacios educativos y sin embargo son personas que iluminan al mundo, están haciendo ciencia en la industria automotriz, electrónica, electricidad y trabajan en la NASA y hemos tenido premios en ciencia y tecnología y en diseño, dijo.
En términos generales, explicó, los nuevos profetas son los científicos filósofos, la gente enterada de lo que sucede. No hay manera de cómo engañarlos con el conocimiento actual, aunque tal vez mañana vengan otros marcos explicativos con otra definición más sencilla, porque el conocimiento mientras más llano, tiene una validez diáfana, afirmó.
Y otra característica de los científicos es que, como la gente que sabe más, se convierte en cierto momento en piedras en los zapatos o sandalias de los poderosos, y eso hace reflexionar y avanzar a las sociedades, comentó.