* “Si no tuviéramos la ayuda que nos dan aquí, muchos ya hubiéramos fallecido”, reconocen ‘Mauricio’, ‘Raúl’ y ‘Daniel’, pacientes en tratamiento desde hace más de 13 años.
Oaxaca.- Las historias de Mauricio, Raúl y Daniel, así como de las otras 2 mil 971 personas que viven con VIH en Oaxaca, son únicas, y para contarse necesitan de la asimilación de sus protagonistas de saberse portadores de un padecimiento incurable aún.
El primero, un cuenqueño de 35 años de edad, cuenta que fue diagnosticado cuando tenía entre 20 y 21 años, y el segundo, costeño de 54 años, se infectó a los 41.
Ambos desconocen cuándo adquirieron el virus y quién los infectó, lo que sí saben es que gracias al tratamiento antirretroviral abandonaron la fase de sida en la que se encontraban.
Cada mes, Mauricio y Raúl viajan entre 10 y 12 horas desde sus comunidades de origen para llegar al COESIDA-CAPASITS y asistir a sus consultas médicas. Con un poco de suerte, ese mismo día regresan a casa con sus antirretrovirales en las manos.
Aunque la rutina es la misma desde hace 14 y 13 años —tiempo que sus respectivos expedientes llevan en el archivo del Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención del Sida e Infecciones de Transmisión Sexual (CAPASITS) — aseguran que el esfuerzo ha valido la pena porque hoy están vivos.
La opinión, también la comparte Daniel, vallista de 48 años de edad, quien después de 16 años de recibir la terapia antirretroviral, está convencido que cuando muera, no será por el VIH.
“Para mí esto ya no es mortal. Es vivir con una enfermedad crónica y en un estado vulnerable que me llama a tener mucho cuidado, protegerme y proteger a la persona con quien tenga relaciones sexuales. Es un compromiso de dos”, subraya.
Daniel sabe, sin embargo, que para alcanzar esa sobrevida de hasta 45 años que puede lograr una persona que vive con VIH, es necesario ser responsable con el tratamiento antirretroviral. “En el COESIDA- CAPASITS nos ponen las herramientas en las manos, pero la tarea más grande recae en nosotros como pacientes, ya que debemos tomar los medicamentos tal y como se nos indica. Sin fallar”, dijo.
Y es que Mauricio, Raúl y Daniel, recuerdan aquellos años cuando los gastos generados por los estudios de carga viral y CD4 –que permite conocer el nivel de virus contenido en su organismo- los tenían que asumir ellos.
“Ahora nada nos cuesta, ni los medicamentos”, expresan. En el caso de ‘Raúl’, por ejemplo, el costo de los tres medicamentos que integran el esquema de su terapia es de alrededor de 20 mil pesos.
“Si no tuviéramos la ayuda que nos dan aquí, muchos ya hubiéramos fallecido porque solo nos alcanzaría para un frasco, y tal vez no viviríamos”, reconoce.
No obstante, a diferencia de estas personas, la directora general del Consejo Estatal para la Prevención y Control del Sida (COESIDA), Gabriela Velásquez Rosas, reconoce que hay pacientes que llegan a la institución desde muy lejos, se llevan sus antirretrovirales pero por diversos factores dejan de tomarlos.
Finalmente –dice- estas personas fallecen y en la mayoría de los casos los familiares no regresan las cajas de medicamentos para que sean suministrados a otras personas que los requieran.
Sin comprender esa actitud, Raúl comparte que en los inicios de su tratamiento tenía que ingerir ocho pastillas al día. “Me costaba mucho trabajo pero lo hacía. Nunca he tirado una sola tableta y tal vez por eso, de las ocho que tomaba, afortunadamente hoy sólo son tres”.
Mauricio, Raúl y Daniel comenzaron su tratamiento con un diagnóstico de Sida; sin embargo, gracias a su apego a la terapia antirretroviral, actualmente son personas con carga viral indetectable; es decir, con niveles mínimos del Virus de Inmunodeficiencia Humana en la sangre, lo que reduce la posibilidad de que infecten a otras personas y les permite llevar una vida con calidad.
“A lo largo de estos 16 años, he aprendido a valorarme, a respetar mi cuerpo y el de la otra persona. El sexo es una necesidad, pero ahora sí sé con quién y cómo protegerme. Por eso, es importante que los jóvenes no vivan con esa venda en los ojos de que no pasa nada si no usan condón”, concluye Daniel.