*Es importante ser conscientes y cuestionar lo que se publica en redes sociales, dijo Fabián Romo, especialista de la DGTIC
*En cuanto a la veracidad de la información, abundó, conviene verificar las fuentes: no porque miles de usuarios le hayan dado like a una publicación significa que sea verdadera
*Lo más importante, añadió Ricardo Trujillo, de la Facultad de Psicología, es no guiarse por un solo medio, sino informarse en varios
Ciudad de México, 24 de abril de 2018.- Las redes sociales pueden ser un medio de información o de manipulación, de acuerdo en cómo se usen; de ahí la importancia de ser conscientes, de cuestionar y no creer en todo lo que aparece, no sólo en esas plataformas, sino en todos los medios, afirmó Fabián Romo, director de Sistemas y Servicios Institucionales de la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación (DGTIC) de la UNAM.
Lo más importante, añadió Ricardo Trujillo, de la Facultad de Psicología (FP), es no guiarse por un solo medio, sino informarse en varios. Debemos tener pensamiento y sentido críticos y no creer todo lo que aparece en las redes. “Pero el acto de conocer, de acercarse a la verdad, es de arrojo y es angustiante. Vivimos en una sociedad construida para la anti angustia y el entretenimiento, así que estamos en el sentido opuesto”.
En la rueda de medios “Redes sociales ¿herramientas de manipulación o información?”, Romo expuso que deben ser usadas con precaución desde diversas perspectivas. En cuanto a la publicación de información personal, indicó que no es recomendable agregar datos que pongan en riesgo la integridad personal, bienes, prestigio o estabilidad del usuario, sus familiares o miembros de la red social. “Hay que restringir qué se dice de uno mismo y de los demás”.
La mayoría de los usuarios no configuran las opciones de privacidad y aceptan a desconocidos por una mal entendida noción de “popularidad”, cuando lo recomendable es depurar el uso de sus redes e identificar a quienes pertenecen a su círculo cercano.
En cuanto a la veracidad de la información, abundó el experto, conviene verificar las fuentes: no porque miles de usuarios le hayan dado like a una publicación significa que sea verdadera (se pueden comprar bots o usuarios virtuales), o porque alguien del círculo cercano haya republicado un tema, éste es válido. Al menos se deben tener otras tres fuentes de confianza (medios, otros usuarios y sitios web) para tener mayor certeza.
Los valores que la sociedad ha alcanzado después de conflictos y discusiones, tales como igualdad, respeto, transparencia, integración y tolerancia, entre otros, son más necesarios en este tipo de plataformas tecnológicas. No hay que dejar de usarlas, sino emplearlas con la debida precaución y con los correspondientes valores, insistió el universitario.
Las redes sociales pueden influir en la población como lo puede hacer cualquier otro medio, recurso, técnica o procedimiento. El riesgo reside en factores como qué tanto la gente se apoya en ellas para formarse una decisión y elegir, por ejemplo, a un candidato. El llamado, reiteró Fabián Romo, es a tener precaución.
Al respecto, Ricardo Trujillo afirmó que la comunicación de hoy se constituye por ráfagas de imágenes, frases entrecortadas, saludos entre conocidos que se cruzan, conversaciones inconclusas; se trata de lenguaje y millones de imágenes vacíos, inmemorables e intrascendentes. Es siempre un intercambio de signos; no hay la posibilidad de comunicar, porque no existe mensaje, emisor ni receptor. Éste es el sentido del término posverdad.
“Se ha culpado al periódico, la radio o la televisión de manipular a la sociedad, cuando en realidad la lógica de la sociedad ha proyectado en la tecnología su demanda de una experiencia sin angustia. La literatura y el cine ya lo intuían desde hace tiempo; una sociedad hedonista y tecnologizada con una pérdida fundamental: la libertad, la diversidad, el pensar o la pasión”.
La información transcurre una tras otra, no genera memoria colectiva y, por lo tanto, no produce un acto social en sí mismo. La sociedad está diseñada no para comunicar, sino para trascender de un momento a otro, de una información a otra, de bit a bit, y ello nos mantiene distraídos de nuestra propia angustia existencial.
Cuando no hay comunicación, prosiguió Trujillo, lo único que queda es la información, pero sin detenernos a profundizar, “porque si lo haces, te angustias”. No se genera una narrativa, sino “eventos” inmediatos e instantáneos que tienen un periodo de caducidad muy corto. Por ello, no se puede proponer la idea de que hay manipulación.
Hay que reflexionar si las empresas tienen poder para influir en la opinión pública, y modificar y manipular a la sociedad, cuando en la realidad vemos fenómenos contrarios o de rechazo a lo que aparece en las redes sociales, añadió en la Torre de Rectoría.
Se han realizado campañas multimillonarias para cambiar la opinión pública en una población, y no se modifica. En el caso de nuestro país, por ejemplo, por más que se “inserta” al candidato de un partido, no se modifica la intención de voto, finalizó Trujillo.