*Abrazos, caricias, besos y relaciones sexuales estimulan la descarga de endorfinas IVONNE JIMÉNEZ
En ocasiones muy especiales de la vida se siente una sensación agradable que recorre todo el cuerpo, por ejemplo, cuando lo ejercitamos, se besa a la persona amada o se recuerda un momento feliz.
Lo anterior se debe a que el organismo genera endorfinas, también llamadas hormonas de la felicidad, donde los químicos naturales parecidos a la morfina estimulan los centros de placer en el cerebro.
La ciencia ha realizado estudios para saber porque el ser humano experimenta diferentes sentimientos como felicidad, tristeza, afecto o agresividad, y se encontró que es a través de químicos y pequeñas descargas eléctricas en el cerebro.
En 1950 los científicos James Olds y Peter Milner de la Universidad McGill de Montreal (Canadá), descubrieron el “centro cerebral del placer” en ratas, cuando erraron al colocarles un electrodo destinado a crearles malestar. Se ubicó a un roedor dentro de una caja donde podía moverse libremente, y cada vez que llegaba a una esquina determinada se le daba pequeña descarga eléctrica; contrario a lo que buscaban, era tal la experiencia de placer del animal que en vez de evitar el rincón volvía rápidamente a él.
Con el tiempo se desarrollaron técnicas más precisas de estimulación por medio de la inyección de sustancias dirigidas a excitar los circuitos cerebrales responsables de las respuestas emocionales.
Así, en 1975 se descubrió una serie de sustancias responsables de las sensaciones satisfactorias, a las que debido a su parecido con la morfina se nombró endorfinas (morfinas endógenas), pero que coloquialmente se conocen como hormonas del bienestar o de la felicidad.
Existen tres familias de endorfinas, cuya producción es regulada por la glándula hipófisis; encefalinas dinorfinas y B-endorfina, esta última se produce de manera natural cuando hay dolor, por ejemplo cuando muere un ser querido, el nivel de endorfinas sube y se mantiene en ese nivel tras un tiempo, los niveles de endorfinas bajan; para entonces, la persona está ya más preparada para afrontar el dolor de la pérdida, aunque aún con un nivel de endorfinas suficiente como para acabar recuperándose.
Las personas que genéticamente producen bajas cantidades de hormonas del bienestar están más expuestos al desarrollo del alcoholismo y otras adicciones, debido a que presentan mayor inestabilidad en sus emociones y enfrentan con más dificultad sus problemas que quienes tiene altas concentraciones de endorfinas.
Vivir un largo periodo de estrés provoca disminución de endorfinas, lo que genera mayor inestabilidad emocional. Existen maneras sencillas y prácticas de estimular las endorfinas, el ejercicio es uno de ellos, pues al realizarlo el cuerpo las libera y provoca una sensación positiva, similar a la morfina.
Los abrazos, caricias, besos y relaciones sexuales estimulan la descarga de endorfinas además de feromonas, hormonas que aumentan el atractivo de la persona y cautivan a la pareja. La combinación de estas dos hormonas produce una situación de intenso placer, durante y después de la relación íntima.
Robin Dunbar, un psicólogo evolucionista de Oxford resaltó que los músculos involucrados en la producción del conocido, “ja, ja”, provocan un aumento de endorfinas, basta con esbozar una sonrisa para que nuestro cuerpo comience a segregar endorfinas especialmente encefalinas.
Las endorfinas se segregan con mayor facilidad y en mayor cantidad cuando nuestra mente está relajada. Es muy recomendable practicar relajación por medio de prácticas como la meditación, yoga y tai-chi. La música provoca una importante liberación de endorfinas, consiguiendo una disminución de la frecuencia cardiaca y respiratoria así como una importante relajación muscular.
Para producir más endorfinas y acabar con la ansiedad, una buena opción sería aromatizar el café con extracto de vainilla, los dos elementos elevan de manera significativa las hormonas de la felicidad. Otra opción es encender una vela aromática o realizar un baño con aceites esenciales con estos aromas, el Centro Oncológico Memorial Sloan-Kettering Cancer, reveló que los pacientes que respiraban aroma a vainilla tenían un 63% menos ansiedad que quienes no lo hacían.
Comer chocolate también contribuye a liberar endorfinas, debe de ser amargo y sólo basta con aproximadamente 312 gramos semanales, por su parte el ginseng mejora la producción de endorfinas, por ello, es buena idea incorporar un suplemento de esta raíz en tu dieta diaria.