Prensa y poder en Oaxaca

Salvador Flores Durán

*Participación en la mesa del Tianguis literario autónomo y popular Oaxaca

La historia de los medios de comunicación y la prensa en Oaxaca es una historia de sumisión, complicidad y servilismo. La ciudadanía ha carecido a lo largo del tiempo de medios de comunicación que cumplan con la función de informar e investigar la corrupción endémica del poder político.

En las últimas décadas han desaparecido al menos 40 medios impresos. En la gran mayoría de los casos porque dejaron de ser «favorecidos» por la publicidad de los gobernantes en turno.

Los medios de comunicación han dependido en gran medida de la publicidad oficial, del gobernante en turno, de los presidentes municipales, de la clase política o del cacique de pueblo. Su permanencia ha dependido de su docilidad y amabilidad para plegarse al poder.

También han tenido su origen gracias al dinero público, muchos fueron creados por los poderosos en turno y han sido instrumentos de la lucha por el poder entre facciones, dentro de los partidos dominantes, grupos de poder fáctico o ideológico. Marcados por su dependencia desde su nacimiento, han muerto de inanición una vez que dejan de ser útiles al gobernante en turno. En la actualidad solo tres periódicos diarios sobreviven en Oaxaca.

Han reducido sus plantas laborales al mínimo y bajado a la mitad o menos los salarios de periodistas y trabajadores; redujeron la calidad de sus productos periodisticos migrando a entorno digital con poca fortuna. Atrás quedaron los años dorados del dinero fácil por ser publicistas del gobierno en turno.

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Hoy se vive la misma relación de sumisión en los medios, solo han cambiado los beneficiarios de la publicidad oficial y son otros los aplaudidores de los gobernantes.

Los perdedores de esta crisis no son solamente los dueños de los medios, sino principalmente los periodistas, quienes sufren un proceso de pauperización y desprestigio. Nuevas generaciones de analfabetas funcionales sin interés en escribir bien o reportear en serio, sin el menor conocimiento de los géneros periodísticos, preocupados por la sobrevivencia y, a falta de sueldos dignos, en pos del chayote diario.

Los periódicos fueron también cómplices del poder, siempre a las órdenes de quien paga la publicidad, porque ninguno de ellos era, ni es capaz de sobrevivir de la venta de ejemplares, es decir, de sus lectores, de la publicidad comercial y privada. Primero, por las condiciones orográficas de la entidad, la falta de caminos para distribuir los ejemplares y los enormes costos de producción. Y en segundo lugar, porque era mucho más cómodo y lucrativo depender de la publicidad del Gobierno, un ingreso mensual jugoso y asegurado a costa de callar, de no criticar y de no ver. En temporadas así el periodismo se hacía desde los opositores, auspiciado por facciones dentro del poder, o por políticos con ambiciones. Así surgieron muchos medios que desaparecieron en cuanto los políticos que los auspiciaban no lograron sus metas.

Un caso especial es el de la radio. Al ser concesiones públicas dependientes el gobierno federal, no se puede esperar que sean paladines de la libertad de expresión y hasta al fecha gozan de buena salud sin cumplir ni siquiera medianamente con las necesidades informativas de la ciudadanía. Escuchar noticiarios de radio en Oaxaca es escuchar chismes, opiniones que engañan y mal disimulan los intereses que mueven a los locutores, que no periodistas, en el mejor de los casos, opinadores. Así, vemos a opinólogos ignorantes llamarse a sí mismos analistas políticos, cuando en realidad solamente son títeres bien pagados de políticos de cualquier partido.

Estos opinadores, al igual que muchos corresponsales, gozan de fortunas inexplicables con el sueldo que cobran en sus empresas. Se han especializado en hablar bien y defender la causa de políticos en turno.

La desaparición de los diarios impresos ha sido lamentable. Eran las escuelas dónde se formaban buenos periodistas que buscaban ejercer la libertad de expresión y lograr los mejores trabajos, notas, reportajes, crónicas, columnas, las mejores fotografías.

Hoy vemos en Oaxaca un deplorable panorama de reporteros mal pagados, en pos del apoyo de 200 pesos por nota, un medio infestado de orejas que mal escriben, influencers que han traspasado la línea del periodismo a agentes publicitarios.

Con las redes sociales sólo aparentemente se ha ganado en libertad, pero se ha perdido en calidad. Los géneros periodísticos han sido olvidados. Estamos muy lejos de aquellos tiempos en los que, en las salas de redacción de algún diario, se forjaba un premio Nobel de literatura.

El gran reto es hacer buen periodismo en las redes sociales, al igual que en los medios impresos que sobrevivan o que resurjan, a partir de encontrar mecanismos para sobrevivir sin publicidad oficial.

Ese es el gran reto, porque actualmente vivimos un régimen de gobierno que solo simula ser de «izquierda» y que roba más que los corruptos de antes. No hay a cual irle. Con la desventaja que ahora exigen una sumisión absoluta. Está absolutamente prohibido tocar ni con el pétalo de una rosa a los funcionaros ignorantes que padecemos.

Y la libertad de expresión y la vida de los periodistas está cada vez está en mayor peligro, ante las graves señales de una profunda penetración del narcotráfico en las más altas esferas del poder y a todos los niveles de gobierno: municipales, estatales y federal. Nunca como ahora es un grave peligro ejercer el periodismo porque vivimos en la antesala del narcoestado.

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