Por Alan Gómez Mayén
México, DF.- (Agencia Informativa Conacyt).- Reynaldo Vela Coreño, originario de Tepotzotlán, Estado de México, es Premio de Ingeniería de la Ciudad de México 2009.
A sus 29 años de edad ha desarrollado un sistema para resguardar la vida en un siniestro de gran magnitud. El proyecto, que ya le ha ganado una patente, se dio a conocer de manera pública el 18 de septiembre de 2015, a un día del 30 aniversario del terremoto de 1985.
Vela Coreño es egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Azcapotzalco. Previo a la presentación oficial y en entrevista exclusiva con la Agencia Informativa Conacyt, el ingeniero explicó el origen y características de su proyecto.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): En un principio, ¿cómo surge la idea?
Reynaldo Vela Coreño (RVC): El proyecto K 107 surge aproximadamente hace cinco años en la UAM, cuando era estudiante de Ingeniería Civil y llevaba la materia de estructuras isostáticas. Mi profesor nos habló sobre los sismos y la vulnerabilidad que tiene la ciudad de México ante un terremoto mayor al de 1985. Esto derivado de la energía que se ha venido acumulando en lo que se conoce como la Brecha de Guerrero. Ahí surgió la idea.
Después, durante una huelga muy larga de la UAM, me moví de manera independiente para no perder más estudios. Conseguí colarme en unos cursos de biocombustibles en Japón y Corea del Sur.
Cuando realizo este viaje me doy cuenta de que las estructuras que tienen los japoneses son ligeras pero sismorresistentes. Las estructuras disipan la energía sísmica. No obstante, cuando hay un terremoto, se desprende el plafón, los muros divisorios y los objetos que cuelgan. Esos objetos se convierten en proyectiles para los seres humanos que están adentro.
En México, las estructuras no disipan la energía. Un terremoto muy fuerte puede resultar en un colapso total. Así trabajé la idea del proyecto: ¿Qué pasaría si tuviéramos un dispositivo, una cápsula que salvaguardara la vida de quien la utiliza durante un terremoto? La cápsula evitaría que el plafón te cayera encima, te electrocutaras o te intoxicaras.
Entonces me dediqué por algunos años a investigar y trabajar con los materiales y el software para la cápsula, porque una cápsula como esta debe estar diseñada para soportar fuerzas de cortante, de momento flexionante, de momento torcionante, de tensión, de presión. Estas fuerzas son las que debe soportar una estructura cuando se presenta un sismo. Si diseñamos la cápsula para soportar lo que estas estructuras deben resistir, entonces podemos asegurar que la cápsula va a disminuir el riesgo de que no sobrevivas.
AIC: ¿Qué materiales usaste?
RVC: En la actualidad ya se han desarrollado aleaciones que son mucho más resistentes que el titanio. Los materiales que se aplican en la industria aeroespacial, por ejemplo, incluyen resinas que son más resistentes que el propio acero.
Nosotros usamos varios materiales, desde Kevlar hasta la aleación de polvo de titanio con acero en el armazón.
Y lo tengo que decir, la mayoría de nuestros materiales son de importación, porque en México usamos un acero de baja calidad, aunque este sí pasa las normas de seguridad del país. Por ejemplo, la normatividad japonesa para la construcción es como cinco veces más estricta que la mexicana, sus materiales son de mejor calidad y aun así fallan, como pasó con el desastre de Fukushima. Imagínate lo que puede pasar en la ciudad de México, necesitamos una regulación más estricta para construir.
AIC: ¿Con qué dispositivos cuenta la cápsula?
RVC: Además de los materiales, la cápsula está conectada a la alerta sísmica del país y tiene su propia alerta de respaldo, que es la que se ha utilizado en Japón, la que se encarga de detectar las ondas S en un temblor, ambas se activan en cuanto empieza el siniestro. Entonces si tienes una cápsula en la casa y de pronto se activa, en lugar de buscar el famoso triángulo de la vida, te introduces en la cápsula y una vez adentro te vas a dar cuenta, gracias al software que instalaremos, de la magnitud del temblor, el tiempo, la duración, etcétera.
Ya dentro de la cápsula tienes alimento para un mes. En México tenemos un alimento que la NASA ya utiliza con los astronautas: el amaranto, que tiene un gran contenido en proteínas, vitaminas, minerales y es ultraligero, y el deshecho que genera es mínimo en comparación con otros alimentos; este producto prehispánico es la base del kit de alimentos más otro tipo de barras energéticas.
Tenemos un sistema de agua de consumo humano dentro de la cápsula, que también es la suficiente para sobrevivir un mes, un tanque de oxígeno también, con una mascarilla para que respires por si no hay oxígeno en caso de colapso del inmueble.
Aparte cuenta con un sistema de localización GPS con respaldo de una red independiente de 18 satélites, este nos va a permitir ubicarte en tiempo real, aunque se caigan las telecomunicaciones, que es común en un temblor. Aunado a esto, estamos desarrollando un sistema de búsqueda para las cápsulas apoyado por drones.
AIC: ¿La cápsula será accesible para todos?
RVC: Desafortunadamente, como te mencioné, todos los materiales son de importación, en México no se fabrican. Pero la idea es que se pueda vender en un precio relativamente bajo. El modelo básico tendría un costo de alrededor de 22 mil pesos y ya estamos pensando en pagos diferidos y subsidios para las franjas de la población con menos recursos.
Las dimensiones de la cápsula no son exageradas, se comparan con las de un refrigerador, y pueden depender de tus dimensiones corporales; hay cápsulas para niños, para adolescentes, para personas de la tercera edad, incluso para madres con sus bebés y cápsulas para un adulto promedio. El tamaño oscila entre dos metros con 10 centímetros hasta un metro para los niños. Está pensada para que no te estorbe dentro del inmueble.
AIC: ¿Puede ser útil para el sector industrial?
RVC: Podemos pensar en las centrales eléctricas, las refinerías o lugares donde sea necesario resguardar operadores que están en constante peligro, que aunque muchos de esos lugares tienen cuartos de pánico, a veces no reciben el mantenimiento que necesitan.
La cápsula tiene su propio banco de baterías de litio. La iluminación es Led. El único mantenimiento que se le tiene que hacer es cada medio año y consiste en cambiar el depósito del agua, y el del oxígeno que es cada dos años y medio.
Claro, en una inundación, la cápsula flota. También puede funcionar contra un incendio porque es hermética, incluso te puede proteger de los gases piroplásticos que se desprenden de una erupción volcánica, al menos durante un tiempo breve, porque las temperaturas de estos gases pueden llegar hasta los 1600 grados centígrados. Pero es posible trabajar un modelo especial para este tipo de circunstancias.
AIC: La cápsula tiene un aspecto similar al de un huevo, ¿cómo llegaste a esta forma?
RVC: La naturaleza es perfecta, la forma del huevo fue una de las primeras inspiraciones. El huevo en sus polos resiste 200 veces más que en sus laterales. Se cree que algunas especies de dinosaurios ponían sus huevos a tres o cuatro metros de altura, y no se quebraban.
Entonces probé esta forma, junto con otras similares, como la de la sandía, el melón chino. Y luego tuve que traducir todo eso a una propuesta real para resistir un temblor, que sabemos que ocurrirá, igual o mayor que el del 85.