Armando Bonilla
México, DF.- En el fondo de uno de los pasillos del primer piso del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se encuentra una pequeña oficina, en la puerta puede leerse: Dr. René Chávez.
Se trata del hombre detrás de uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de los últimos tiempos, el investigador que lideró los trabajos que llevaron al descubrimiento de un cenote bajo la pirámide de Kukulcán en Chichén Itzá y, contrario a lo que muchos pudieran pensar, su modesta oficina —en apariencia— no refleja el importante trabajo que realiza.
No obstante, las características de su oficina probablemente obedecen a una razón muy poderosa y es que su trabajo más importante no se lleva a cabo entre cuatro paredes sino en el campo de estudio, es decir, calles, parques y zonas arqueológicas, donde el investigador pasa gran parte de su vida acompañado por los colaboradores que integran su equipo de estudio e incluso alumnos que lo apoyan en el trabajo de campo.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, René Chávez Segura platicó cómo es que la vida lo llevó a impartir clases, realizar investigación, combinar diversas áreas de interés como la arqueología y la geofísica y cómo es que su andar por el mundo de la ciencia lo llevó a conocer a la que hoy en día es su esposa.
Con un tono de sobriedad y en un acto de concentración, el docente recuerda que estudió la licenciatura de Física en la Facultad de Ciencias y que continuó su formación académica en la UNAM, donde realizó una maestría en el área de Geociencias. “Luego de terminar mis estudios tuve la fortuna de trabajar en Pemex, donde me desempeñé en varias áreas relacionadas con mi formación, pero siempre en trabajo de campo”.
Revelando un ligero tono de satisfacción, la que se obtiene tras conquistar una meta que derivó de mucho esfuerzo, cuenta que mientras trabajaba en Pemex fue aceptado por la Universidad de Toronto para realizar un posgrado —nuevamente una maestría más un doctorado— en Geofísica. “A mi regreso del doctorado, la UNAM me dio trabajo como investigador asociado; al mismo tiempo iniciaba el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y me tocó ser designado como candidato”, señaló.
A partir de ese momento, el doctor suma cerca de 30 años trabajando como docente y haciendo investigación en diferentes temas de la prospección geofísica aplicada al estudio de los recursos naturales —petróleo, minería, agua y geotermia— hasta llegar al campo de la geofísica somera, la cual considera poco explorada en México.
El sismo de 1985, un evento que cimbró su carrera
El investigador recapituló que tras el trágico terremoto de 1985 tuvo la oportunidad de trabajar con importantes arqueólogos como Linda Manzanilla y Luis Barba en la Pirámide del Sol y de la Luna en Teotihuacán, experiencia que aportó mucho a su conocimiento de geofísica somera y de la arqueología.
En ese instante, visiblemente emocionado, recordó que cuando era niño y leía sobre los hallazgos arqueológicos en Egipto, soñaba convertirse en un importante arqueólogo y realizar notables hallazgos en esa área, pero más adelante descubrió también su pasión por la física y se inclinó mejor por ese campo de estudio.
“A consecuencia del trabajo con Linda Manzanilla y Luis Barba realicé un posdoctorado en la Universidad Complutense de Madrid, donde el grupo de estudio se especializaba en zonas arqueológicas. Ahí fueron mis primeros pininos con el uso de equipos de radar”, explicó.
El conocimiento adquirido y la problemática del hundimiento del lago de Chapultepec lo animaron a consolidar un grupo de estudio orientado a problemas urbanos, aquellos que tienen mayor impacto social, que afectan directa e indirectamente a la gente.
Vocación + pasión = grandes logros
La emoción y pasión con que el doctor Chávez Segura cuenta su andar por la vida le han valido importantes logros, entre los que se encuentra el hallazgo de un cenote bajo la pirámide de Kukulcán en Chichén Itzá; sin embargo, el propio investigador asegura que aun cuando dicho trabajo ha dado la vuelta al mundo, no lo considera el más relevante de su trayectoria.
De hecho, ante la pregunta señala que no podría elegir uno de sus trabajos como el más importante. “Esa pregunta es equivalente a decir, cuál ha sido mi mejor estudiante, y cuando tengo la oportunidad de verlos me doy cuenta que todos han sido mis mejores estudiantes”.
Explicó también que evidentemente sí hay trabajos que brindan mayor satisfacción en cuanto a resultados, como el de Chichén Itzá o el descubrimiento de túneles bajo la Catedral de Morelia. “Aún así, creo que todos los proyectos que he tenido han sido muy interesantes por diversos motivos”.
Pese a que el doctor no menciona alguno de sus trabajos como el más relevante, lo cierto es que gracias a su trabajo recibió el reconocimiento al mejor proyecto en póster presentado ante el gobierno de la ciudad de México.
Se trató de un trabajo que giró en torno a un estudio realizado en los alrededores de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). “Fue un premio muy gratificante que se nos entregó hace un par de años y que nos valió, además de una carta de felicitación por parte del entonces rector Juan Ramón de la Fuente, ser publicados en la Gaceta UNAM, la cual nos otorgó espacio en dos números consecutivos”.
Finalmente, comentó que el mayor reconocimiento es el que viene de su familia, su esposa y sus hijos en particular, a quienes considera el motor que da fuerza al trabajo que realiza. “(En ocasiones) esto no se hace por uno mismo, sino por ellos (la familia), por dejarles algo, una imagen que realmente trascienda”.
Una anécdota en la docencia que cambió su vida
Con un brillo en los ojos y la emoción en el timbre de voz, René Chávez platicó que cuando comenzó su andar en la docencia era profesor en la Facultad de Ciencias, donde impartía la clase de Física General. “Recuerdo que en aquella época se dividió el curso en físicos y biólogos, toda vez que la materia es común para ambas áreas de especialidad”.
En ese contexto, le fue asignado un grupo de físicos pero había preparado sus clases con temas para biólogos, así que cambió su grupo con otro maestro. Relató que al llegar a su nuevo grupo se encontró con solo un par de chicas, quienes al entrar lo observaron sin hacerle mucho caso, pues aún era muy joven.
“Al llegar pregunté si se trataba del grupo que buscaba, una de las niñas volteó, me vio de arriba para abajo y sin hacer mucho caso contestó: ‘Sí, este es el grupo’. Entré, me subí al estrado y comencé la clase, las chicas voltearon y la misma que me respondió al entrar preguntó: ‘¿Tú eres el maestro?’, a lo que contesté que sí. Lo curioso no solo es que así fue mi primera clase, sino que esa niña se convirtió en mi esposa, con la cual ya sumo 37 años de casado. Esa mujer me marcó para toda la vida porque es quien me ha acompañado en todas mis aventuras”.