José Murat*
Es un año, además, de alto contenido político, con la elección federal intermedia y comicios estatales en 30 estados, incluidas 15 gubernaturas, por lo que se requiere como nunca de altura de miras, espíritu de cuerpo, unidad nacional, para que lo fundamental sea erigir instituciones de gobierno y de contrapeso legislativo que doten de mayor consenso, debate y fuerza a las decisiones parlamentarias y de política pública.
Año difícil fue 2020 para México y para el mundo, pero no menos complejo será 2021. El reto de la pandemia no ha sido superado y la recuperación económica requiere de mucha sensibilidad para integrar a todos los factores de la producción y, de esa manera, evitar un mayor deterioro en las condiciones de vida de la población, quienes sufrieron un serio retroceso en importantes indicadores, como la pobreza laboral.
Es un año, además, de alto contenido político, con la elección federal intermedia y comicios estatales en 30 estados, incluidas 15 gubernaturas, por lo que se requiere como nunca de altura de miras, espíritu de cuerpo, unidad nacional, para que lo fundamental sea erigir instituciones de gobierno y de contrapeso legislativo que doten de mayor consenso, debate y fuerza a las decisiones parlamentarias y de política pública.
Comenzando este análisis por lo más importante, el valor preciado de la vida, la prioridad tiene que ser que las bondades de la ciencia médica, las investigaciones que ya rindieron fruto con la vacuna, beneficien a toda la humanidad y no sólo a los países industrializados y solventes, ellos con provisiones y previsiones en múltiplos de 3 o 5 de su población, mientras otras naciones no tienen ninguna garantía de suministro.
Es preciso que, en el caso nacional, la cobertura de la vacuna sea efectiva, no dependa todavía de una aprobación incierta, y luego que la logística de aplicación cumpla con los plazos previstos en toda la geografía nacional. Para cubrir a toda la población en los ritmos anunciados, ninguna opción de laboratorio debe descartarse. Tampoco cancelar la posibilidad de que múltiples instancias gubernamentales e incluso, en su momento, privadas, la apliquen.
En el ámbito económico, es muy importante retomar la ruta del crecimiento, imprimir dinamismo a todos los motores, incluido el mercado interno. Hasta ahora, en el diagnóstico del Banco Mundial para 2021, sólo la exportación fincada en el T-MEC se perfila como un sector que tendrá un importante repunte para impulsar un crecimiento global de la economía de 3.6 por ciento. Es una cifra no despreciable, pero muy lejana para compensar el decrecimiento de 9 por ciento del año que feneció. Tendría que hacerse un esfuerzo amplio y estratégico que incentivara la inversión pública y la privada para recuperar más terreno perdido.
Un esfuerzo que permitiera, cuando menos, recuperar los más de 640 mil empleos formales perdidos el año pasado, y un mayor ingreso para los mexicanos, pues la pobreza salarial, medida por la insuficiencia del ingreso para adquirir una canasta básica, alcanzó a otros 7.5 millones de personas.
No podemos seguir dependiendo, con todo y su enorme importancia, del generoso y solidario apoyo de nuestros hermanos migrantes, quienes el año pasado, en 11 meses enviaron más remesas que en todo 2019, 36 mil 945 millones de dólares, un 11 por ciento de incremento anual.
Grave asignatura pendiente, reto vigente y creciente en 2021, es cuando menos atemperar y luego frenar el cambio climático. Para la ONU y muchos expertos el caldo de cultivo de las pandemias, como la actual que comenzó a propagarse hace exactamente un año y que ha trastocado la vida humana en los cinco continentes.
Como afirmó António Guterres, secretario general de la ONU, en la Cumbre sobre la Ambición Climática de líderes mundiales celebrada apenas el 12 de diciembre pasado, con motivo del quinto aniversario del histórico acuerdo climático de París: la crisis provocada por el Covid-19 no debe hacernos perder de vista la urgencia de frenar el calentamiento global. Los gobiernos deberían declarar el estado de emergencia climática hasta que el mundo haya alcanzado un nivel de cero emisiones netas de CO2.
Un proceso de calentamiento que no se ha detenido a pesar de que la pandemia provocó un menor volumen de tráfico terrestre y aéreo, lo que supuso una reducción de las emisiones de dióxido de carbono hasta de 8 por ciento en 2020. La meta tiene que ser, como se estableció en la reciente Cumbre, disminuir las emisiones mundiales 45 por ciento para 2030 en relación con los niveles de 2010.
A fin de alcanzar este objetivo, para empezar, tiene que cumplirse el compromiso suscrito en el Acuerdo de París de apoyar a los países de economías más rezagadas con al menos 100 mil millones de dólares anuales a partir de este año y aumentar el apoyo gradualmente.
No debemos ignorar que, como afirma la OMS en sus 13 desafíos a la salud para 2021, que la crisis climática es también una crisis de salud: la contaminación del aire mata a aproximadamente 7 millones de personas cada año, el cambio climático provoca desastres naturales, exacerba la desnutrición y alimenta la propagación de enfermedades infecciosas. Además, las mismas emisiones que causan el calentamiento global son responsables de más de una cuarta parte de las muertes por ataques cardíacos, acciden-tes cerebrovasculares, cánceres de pulmón y enfermedades respiratorias.
En suma, salvar el mayor número de vidas haciendo efectivo el derecho humano a la salud y atender el propio bienestar del planeta frenando el cambio climático; en México, provisión efectiva de la vacuna y reanudar el crecimiento económico para disminuir la pobreza son los principales retos en 2021. ¡Éxito para el país y el mundo, y salud para todos los seres humanos!
* Presidente de la Fundación Colosio