Oaxaca 6 de noviembre de 2017.- Nuevos episodios de violencia se avecinan en la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca. La feroz disputa por el control de la Facultad de Derecho, es un reflejo claro del descontrol que priva en la política universitaria como consecuencia de la lucha sin honor entre poderes fácticos, pero también por la indolencia gubernamental frente a un problema que sigue enfilado a una crisis mayúscula. Los episodios de violencia vividos al final de la semana pasada en el Edificio Central Universitario, deben ser un llamado urgente para no seguir postergando la solución de fondo a ese problema.
Adrián Ortiz Romero Cuevas / Al Margen
En efecto, durante las festividades de Muertos ocurrió una nueva escaramuza entre los grupos que se disputan la dirección de la Facultad de Derecho en la UABJO. Los partidarios del director Miguel Ángel Vásquez Ramírez, conocido en el mundo porril como El Águila, ingresaron de forma violenta al Edificio Central Universitario para tratar de consumar un madruguete al grupo que encabeza Miguel Ángel Ramírez Hernández. Ambos se disputaron el año pasado la dirección de esa Facultad, en medio de un escandaloso —por fraudulento— proceso electoral, que fue confeccionado al modo y conveniencia de Vásquez Ramírez, que era el candidato del viejo cacique universitario, Abraham Martínez Alavés.
Como era la primera ocasión en más de dos décadas en que la llamada ‘familia real’ de los Martínez Alavés estaría en riesgo de perder la Dirección de dicha Facultad —y el control de la plantilla de alumnos más numerosa de toda la Universidad—, el mismo día de la elección, la Comisión Electoral de esa Facultad —controlada también por los Martínez, gracias a sus maniobras en el Consejo Universitario— decidió descalificar a Miguel Ángel Ramírez Hernández, que representaba la más importante oposición a la familia real de los Martínez Alavés. Sólo así pudieron llevar a la Dirección de la Facultad de Derecho al ex porro conocido como El Águila. Pero el grupo contrario se hizo desde entonces del control del Edificio Central Universitario, desde donde organizaron la resistencia no a la Universidad, sino a los Martínez.
En ese contexto ocurrió un enfrentamiento, que derivó en el incendio de la puerta lateral del Edificio Central el 17 de noviembre del año pasado. Esa fue la primera ocasión en la que El Águila —respaldado por la ‘familia real’ de los Martínez— intentó recuperar las instalaciones del Edificio Central, y desmantelar al grupo que se mantenía en resistencia. No lo lograron. Pero en el enfrentamiento, y para evitar fallidamente que la resistencia reingresara a ese emblemático edificio, provocaron la quema del acceso lateral a dicho inmueble.
Desde entonces, el grupo del ex candidato Miguel Ángel Ramírez Hernández se ha mantenido en control del Edificio Central, y desde ahí han impulsado varias iniciativas como la del reconocimiento de una segunda Facultad de Derecho al interior de la Máxima Casa de Estudios. No han recibido el eco institucional que en otro momento habrían esperado y, de hecho, han sido los Martínez Alavés quienes han bloqueado tal posibilidad, a pesar de que ellos mismos han provocado que varias escuelas y facultades universitarias terminen literalmente partidas, en aras de salvaguardar sus intereses.
COLETAZOS DE LOS MARTÍNEZ
El poder de la llamada ‘familia real’ está tan menguado, que este descontrol es evidencia, y estos parecen ser sus últimos coletazos. En otros tiempos, habría sido imposible que bajo un poder tan vertical como el ejercido durante varios lustros por los ex rectores Martínez Alavés y Eduardo Martínez Helmes, hubiera ocurrido un conflicto de tales dimensiones. En los tiempos de bonanza política de los Martínez, habrían sofocado la insurrección de una forma definitiva y rápida. Por eso, de entrada, la prolongación de este conflicto es un reflejo claro de la pérdida de control de los Martínez, así como del crecimiento casi espontáneo de otros grupos que intentan llenar los vacíos que están dejando en su caída.
El problema es que, particularmente, este conflicto en la Facultad de Derecho, puede derivar recurrentemente en episodios de violencia. Así ocurrió en el último proceso electivo de su director, y esa ha sido la constante en los enfrentamientos entre ambos bandos. En esto, la Rectoría de la Universidad no ha recibido el apoyo institucional que debiera ser necesario desde el Gobierno del Estado, para poder abordar el problema para darle una solución de fondo a favor de la academia y la civilidad, como lo ha planteado el rector Eduardo Bautista Martínez.
Lejos de eso, desde varias trincheras políticas han intentado tomar este conflicto como uno más de sus botines, para tratar de reforzar los viejos cacicazgos que tanto daño le hacen a la Universidad. Por eso, a pesar de que los Martínez ya no pueden controlar su principal feudo al interior de la UABJO, nadie se ha atrevido a establecer coordenadas más de fondo en el establecimiento de una nueva institucionalidad, así como nuevos equilibrios dentro de la Máxima Casa de Estudios.
El problema que queda en medio, es la amenaza velada —desde ambos grupos que se disputan el control del Edificio Central Universitario— de ejercer violencia para tratar de dirimir este conflicto que desde hace mucho tiempo ya debió haberse resuelto, a partir de coordenadas muy básicas.
Sin embargo, el Estado no ha querido asumir su responsabilidad para establecer las condiciones para una nueva elección en la Dirección de la Facultad, a cambio del repliegue total del grupo que aún presenta resistencia. Todo eso debía ocurrir a partir del fomento de un clima de equidad bajo el cual pudiera elegirse un nuevo director mayormente respaldado por la comunidad universitaria, y menos subordinado a grupos políticos como el de la familia real de los Martínez, que agoniza, pero se resiste a perder el que considera su mayor feudo político en la Facultad de Derecho.
La no atención a este conflicto, finalmente derivará en la explosión de otras disputas que están esperando su momento. En la Facultad de Contaduría hay una crisis que también dará de qué hablar dentro de no mucho tiempo, y que tiene el mismo origen en la insistencia de los Martínez por mantener los controles inopinados que su liderazgo ya no les permite. Por eso es urgente que existan manifestaciones concretas y consistentes de respaldo institucional, al más alto nivel, para resolver estos conflictos y cumplir con el compromiso de regresar a la UABJO a la ruta académica que nunca debió perder.
OPOSITORES CUESTIONADOS
Es una lástima que de la resistencia en la Facultad de Derecho haya perdido el control Miguel Ángel Ramírez Hernández y lo haya tomado Jesús Villavicencio. Éste último es, a lo mucho, una mala copia de los Martínez. Por eso, al menos en la Facultad de Derecho pareciera que ya no queda una ruta posible a favor de los verdaderos universitarios.