JAQUE MATE / Sergio Sarmiento
Ciudad de México 13 de marzo de 2018.- Ricardo Anaya se ha consolidado en el segundo puesto en la contienda presidencial. Ha afirmado públicamente que es el aspirante que más ha crecido en las preferencias y las encuestas así lo sugieren. Sin embargo, un artículo de Jude Webber del Financial Times señalaba el 23 de febrero que la candidatura del panista se ha estancado, “y no sólo porque las imágenes de él tratando sin éxito de arrancar un auto híbrido fueron ridiculizadas en redes sociales”, sino por las acusaciones que se le han hecho por presuntos actos de corrupción.
La verdad es que hasta ahora las encuestas no muestran ningún estancamiento. Por el contrario, sugieren que Anaya ha avanzado, aunque permanece lejos de Andrés Manuel López Obrador, quien se mantiene cómodamente en la punta.
La información disponible no permite -por lo menos no a mí- determinar si las acusaciones contra Anaya, de haberse beneficiado de una operación de lavado de dinero de un empresario queretano, son reales o simples ataques políticos. Según Anaya, “La PGR se ha prestado a la guerra sucia del PRI”. No sería la primera vez. En 2017 la familia de Josefina Vázquez Mota, en ese entonces candidata del PAN al gobierno del Estado de México, fue supuestamente investigada por lavado de dinero. Nunca hubo una acusación formal, pero cuando tardíamente la PGR reconoció que no había irregularidades, ya se había asestado el golpe a la campaña panista.
Anaya, quien este domingo 25 de febrero cumplió 39 años, es un político brillante, aunque con escasa experiencia en la administración pública. Tiene lo que algunos consideran una desmedida ambición de poder. Logró la candidatura del PAN con la fórmula de Andrés Manuel López Obrador, al usar los spots de radio y televisión de su partido para construir su imagen personal. Se ha convertido en un contendiente real a la Presidencia, pero quizá debilitó al PAN, que llegó a estar en primer lugar con Margarita Zavala como posible candidata.
Poco sabemos sobre las políticas públicas que impulsaría Anaya. Desde un principio ha concentrado sus mensajes en la afirmación de que sacará al “PRI corrupto” de Los Pinos (el adjetivo acompaña siempre al sustantivo en esta descalificación, como hacía Donald Trump con “crooked Hillary”). Antes de la precampaña Anaya defendió un aumento a los salarios mínimos y un “ingreso mínimo universal” para todos los mexicanos. Ahora ha hablado de la importancia de asumir las ventajas de la tecnología. Pero fuera de eso, nada. Quizá Anaya está siguiendo los cánones de las campañas más exitosas: concéntrate en un mensaje muy claro y sencillo, como acabar con el PRI corrupto.
¿Qué pasará ahora? Estamos viendo una campaña en la que los tres principales candidatos se intercambian acusaciones de corrupción. Los estrategas se han dado cuenta que éste es el tema fundamental de la elección. Suponen, quizá con razón, que las elecciones se deciden por razones emocionales y no racionales.
Para ganar, Anaya tiene que seguir colocándose en la mente de los electores como el verdadero rival a vencer de López Obrador, ante un Meade que se rezaga. Esto le permitiría atraer los votos de priistas y panistas temerosos de un gobierno de extrema izquierda, ya que los perredistas hace rato se fueron a Morena. Tarde o temprano, sin embargo, Anaya tendrá que dejar atrás su mensaje de que su único objetivo es sacar al “PRI corrupto” del gobierno. Para vencer a López Obrador necesita un mensaje distinto y más poderoso.
• PIERDE PEMEX
Pese a que recibió más ingresos por el gasolinazo y el alza en el crudo, Pemex perdió 333 mil millones de pesos en 2017, 74 por ciento más que en 2016. Más impuestos y un mayor costo financiero por deuda fueron los factores fundamentales.
Twitter: @SergioSarmiento