Salvador Flores Durán
Oaxaca.- Vecinos de las Escaleras del Fortín exigieron que se concluyan las obras que dejaron a medias, especialmente en los patios externos de las casas, y señalaron que tienen serias dudas sobre la calidad de los trabajos que realizaron al “cuarto para las doce”.
Los vecinos explicaron que hasta ahora tienen fallas el alumbrado público, no hay luz en la parte alta de las escaleras y que la nueva red de drenaje no se conectó, además de que nunca contemplaron rampas para adultos mayores ni discapacitados.
Armando Santiago, el primer vecino asentado en ese lugar, quien llegó a vivir ahí a los 6 años de edad, relata la historia y las transformaciones de las escaleras del Fortín, que se hicieron famosas por sus árboles espléndidos con más de 100 años y que hoy se ven muy deteriorados, y por las fiestas de los Lunes del Cerro, cuando todavía no se formalizaba la Guelaguetza.
Recuerda que en el edificio de lo que hoy es una universidad privada, funcionó como palacio de gobierno, y que alguno de sus inquilinos realizó los primeros trabajos para urbanizar las escaleras del Fortín y mandó a sembrar los árboles que hoy están severamente deteriorados, algunos secos y son follaje.
La vecina Eunice Arce, explicó que los trabajos se hicieron muy apresurados “trabajaron hasta de noche. Se ve aparentemente bien, pero vamos a esperar unos días para ver la calidad del trabajo” comentó.
Dijo que la red de drenaje se hizo nueva al igual que la red de agua para los domicilios pero el drenaje nuevo aún no se ha conectado con la red de la calle de Crespo.
Indicó que en varios domicilios pusieron provisionalmente grava en los patios exteriores porque los vecinos se inconformaron con la altura y los desniveles que planeaban realizar los trabajadores porque viven ahí muchas personas de la tercera edad y niños que usan el espacio para jugar.
“Pedimos que lo dejaran a este nivel porque las personas son muy grandes, y dijeron que pasando las fiestas iban a poner el cemento, que esto era provisional. Esperemos que lo hagan”, comentó.
Señaló que las obras no contemplaron rampas para discapacitados ni para personas adultas, “presentaron el proyecto y estuvimos de acuerdo, pero al verlo ya hecho nos damos cuenta de lo que falta y es preocupante porque no tenemos otra salida”.
Sara Santiago dijo a su vez que tienen muchas dudas del trabajo realizado a toda prisa “esperemos que dure. Llegamos aquí hace casi 50 años. Cuando las escaleras eran de cantera la desaparecieron, la cantera se la llevaron como escombro y el arbolado últimamente hay varios que ya se secaron, otros se están secando”.
Destacó que antes los árboles eran muy frondosos, y dijo que “el que se cayó era un árbol muy grande” justo el domingo en la noche previo al primer Lunes del Cerro, presuntamente por la fuerza del aire y la tormenta que se registró ese día.
La vecina se quejó de que el ayuntamiento no les da ningún tratamiento ni cuidado a los árboles, “supongo que tenía alguna plaga, otro árbol de la parte de atrás donde está el estacionamiento se secó totalmente”, además de que los servicios como el agua potable son muy deficientes, “el agua siempre escasea, llega dos días a la semana o se tarda hasta una semana”.
“Pedimos que le den atención a este lugar esperamos y confiamos en que cumplan y terminen esta parte. Entendemos que tuvieron contratiempos como sucede en obras grandes y no pudieron acabar, pero confiamos en la palabra y que se concluya y den buen terminado, porque hay detalles y les pedimos que nos tomen en cuenta”, recalcó.
“Mi pregunta es por qué lo hacen al cuarto para las 12, y los ingenieros que trabajaron también se preguntaron eso”, enfatizó.
“Lamentablemente el lugar ha estado muy abandonado, a veces no tenemos ni luz, el primer Lunes del Cerro no hubo luz en la parte de arriba. Si la fiesta genera tantas entradas por qué no invertir en este lugar. Toda la parte del estacionamiento está muy abandonada, no hay luz y las calles están muy deterioradas”, abundó.
El año pasado, indicó, pusieron luces de colores en el alumbrado público “son inversiones millonarias, funcionó unos meses y ahora lo cambiaron pero pusieron los mismos postes”.
Además, justo enfrente de su domicilio está la basura acumulada que el servicio de limpia del Ayuntamiento capitalino no ha recolectado.
EL PRIMER POBLADOR DE LAS ESCALERAS DEL FORTIN
Don Armando Santiago se afana en trabajar con la pala para medio emparejar el nivel del patio exterior de su casa, que los trabajadores dejaron sin concluir y con un nivel muy alto, “a mi edad ya nos cuesta trabajo subir un escaloncito, imagínese con esto”.
“Apenas ayer que vino un ingeniero le comenté de esto, me lo dejaron así, con desnivel, nos dijeron que no han terminado, pero como esto se usa le estoy haciendo una pequeña emparejadita” señala sonriendo con incredulidad el hombre que llegó a este lugar a vivir a los 6 años.
“Esto es falta de planificación, inteligencia, para que queden bien las cosas”, señaló. “El drenaje nuevo todavía no está en función, a ver pa cuando”, señala incrédulo.
Dice que “estas cosas que pusieron de luz para mí no sirven, tengo viviendo aquí más de 50 años y fui el primero que llegó a aquí. Todo era tierra, las escaleras tenían una que otra piedrita. Yo gestioné que metieran el agua, fuimos los primeros que tuvimos la luz eléctrica, nos costó dinero, ya después llegaron los vecinos”, recuerda.
Don Armando Santiago recuerda que llegó con sus padres y ocho hermanos desde la Sierra Juárez, Latuvi, y su padre, Andrés Santiago Sánchez, “nos alumbrábamos con velas y quinqués, esto era un rancho, un pueblo, pero todo era muy bonito”.
Dice que se fueron de Latuvi porque no había fuentes de empleo ni dinero. La familia se dedicaba a vender papa, tablas y flores en el día de plaza de Tlacolula, los domingos, con dos mulas y un burro, con lo que se tardaban un día de traslado.
Don Armando señala que su padre se fue un tiempo de bracero a Estados Unidos y en ese tiempo el dólar estaba a ocho pesos, juntó un dinero y compró el terreno en lo que aún era una vereda y cerro en 150 mil pesos. El padre que era músico porque tocaba la tarola, aprendió a tocar guitarra en Estados Unidos y le gustaba vestirse de camisa y pantalón de mezclilla.
Así luce su padre en una foto de 1956, con su guitarra, cantando en medio de las Escaleras del Fortín. Don Armando recuerda que luego de comprar el terreno empezaron a construir sus casas de adobe, por lo que desde muy temprano hacían el barro y luego los ladrillos. El interior de una casa todavía es una estructura de adobe. Antes de comprar el predio, dijo, rentaban en una casa ubicada justo enfrente de donde viven actualmente.
Rememora que la calle de Crespo estaba empedrada con piedra de río desde Independencia, “se le conocía como la calle de los árboles, porque era la única que tenía muchos arbolitos de toda la ciudad, eran chaparrones porque los podaban”.
“Esto era una vereda, estaban los mismo árboles, este camino es antiquísimo. Según mi suegro en 1945 cuando querían invadir, en la esquina estuvo un pelotón de serranos, y me contaba que estos árboles ya estaban crecidos”, señala.
Recordó que el edificio donde se ubica la Universidad Vasconcelos “fue palacio de gobierno, y el hombre que estuvo ahí ordenó sembrar estos arbolitos, eran una belleza. No había palacio de gobierno, después se construyó, en 1890. Después de ser palacio de gobierno la actual universidad fue un hospital. Después ya habían hecho una vereda, pero por el pueblo se empezaron a poner piedritas, como escalones”.
Se sabe que la actual construcción del palacio de gobierno se hizo a partir de 1832, y después de varias interrupciones, fue inaugurado el 15 de septiembre de 1884, pero el terremoto de 1931 lo afectó seriamente, pero fue reconstruido entre los años 1936 y 1948.
Don Armando Santiago explicó que trabajó como jardinero en la casa que después fue de la familia Bustamante, “de uno de los gobernadores” y “en 1930 que empezó el asunto de la Guelaguetza, el mismo gobierno empezó a arreglar, pero antes ya venía la gente al cerro, cuando fue en grande empezaron a arreglar las escaleras, le dieron una visión más bonita”.
El hombre hace esfuerzos en su memoria y entorna los ojos para precisar los recuerdos, “con el gobernador Manuel Cabrera Carrasquedo, empezaron a arreglar, pero el que le metió cantera fue Manuel Zárate Aquino en los 70, e inclusive el expropió todo lo que era la colonia Sabino Crespo”.
“Nosotros ya vivíamos aquí. La orden era expropiar todo esto pero no nos daban para salirnos y dijimos que hasta que nos den la nueva casa nos salinos, y no nos dieron y nos quedamos”, explicó.
Explicó que los terrenos donde se asentó primero la colonia Sabino Crespo eran propiedad de uno de los Bustamante, “se apropiaron de todo ese pedazo, los quitaron y se fueron a lo que ahora es la Sabino Crespo, pero esa colonia estaba en la parte del estacionamiento”.
“Hace poco quitaron las escaleras de cantera y pusieron cemento, la verdad más resistente que este que pusieron ahora. Cuando empezaron a romper para quitar lo viejo, ¡cómo les costó!, eran materiales de primera de más de 30 años y nada les había pasado. Se descompuso un poco porque eran adoquines”, explica.
Don Armando Santiago ríe de buen humor y con algo de sarcasmo: “eran de buena calidad los trabajos, esto que dicen que está a medio terminar. Nos afectan mucho estos desniveles, para dar un pasito así, cómo cuesta y aquí vive pura gente viejita”.
Vecinos de las Escaleras del Fortín exigen al gobierno concluir trabajos
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